martes, 28 de enero de 2014
La curiosidad mató al gato y si no lo hace, los deja muy mal herido. Cuando ellos están al aire libre, se olvidan del peligro que los rodean. Si ven algún pájaro u objeto extraño, pueden tirarse de la ventana sin pensar en las consecuencias. Pero los gatos nunca aprenden de sus errores.
Los veterinarios conocemos un término: “Síndrome del gato volador” o “Síndrome del gato paracaidista“. hace referencia a gatos que se dejan caer desde alturas desde siete metros lo que provoca que, el felino acabe en consulta de urgencias con el veterinario, pues tal hazaña provoca desde una simple fractura hasta lesiones sumamente serias que podrían poner en peligro su vida.
Lo que genera que el minino se arroje con tal desconsideración de alturas arriesgadas son; falta de experiencia, la entrada en celo o el descuido de los propietarios.
Contrario a la lógica tenemos que tener en consideración que un gato que cae de una altura menor recibirá daños más considerables en relación a otro que cae de una altura mayor, ello se explica por que: “el sentido de equilibrio del gato le permite darse la vuelta durante la caída y amortiguar el golpe. Poco antes de llegar al suelo, el gato se estira para aumentar al máximo su superficie y con ello el rozamiento con el aire, ocurriendo el movimiento en dos fases y cayendo en forma similar a un paracaídas”.
El problema con los gatos es que la mayor parte de sus accidentes de caída libre, corresponden a que al estar asomados de una ventana, balcón o barandilla, una mala posición, la curiosidad e incluso el viento, hacen que pierdan el equilibrio y se precipiten al suelo.
Lo preocupante es que, los gatos no suelen aprender de su mala experiencia, sino que lo intentarán una y otra vez, hasta que por desgracia ocurra algo terrible.
Medicamente no existe una forma de evitar estas conductas más que: esterilizarlos y además asegurar los lugares desde donde podría ocurrir un accidente.
